El Maratón Popular de Madrid ha ido perdiendo corredores desde 2015 (un 22% menos), año en el que logró su récord con más de 11.000 valientes cruzando su meta. Es cierto que otras grandes maratones también han menguado su participación. Sin ir más lejos, la maratón de Barcelona perdió en meta casi 3.000 corredores este año (-17%), seguramente por el contexto sociopolítico en el que se encuentra. La maratón de Sevilla perdió también el pasado mes de febrero algo más de 500 corredores (-6%). Habrá que ver si la cuarta major española, la maratón de Valencia, sigue esta tendencia, aunque si prosigue su evolución, parece que este año se convertirá en la primera maratón española por número de llegados a meta.
El problema para el Maratón de Madrid, con 41 años de historia que le convierten en el más antiguo de España, es que lleva una década perdiendo impulso. En 2009 le adelantó Barcelona. En 2014 lo hizo Valencia y en 2016 fue Sevilla. Las tres superan a Madrid en número de participantes.
Los números dicen que parte de la sangría que sufre el maratón de Madrid (un 9% menos de finishers en esta edición) se debe a que está perdiendo corredores nacionales. En la edición de 2016, el 80% de los que cruzaron la meta eran españoles. Dos años después la cifra se ha reducido al 72%. Curiosamente, los ha ganado Barcelona, que ha pasado de tener un 31% de finishers españoles en 2016 a un 42% este año.
Madrid se ha convertido en la ciudad más visitada por españoles y extranjeros, por lo que no se entiende que un evento deportivo de este alcance, como es su maratón, haya quedado relegado a un segundo plano. Algo no funciona.
La última edición del Maratón de Madrid celebrado el pasado 22 de abril de 2018, mostró sus bondades, pero también las carencias de este evento y que explican en parte por qué ha ido alejándose del corredor popular, ese elemento menospreciado por algunos pero que hace que este negocio llamado running termine siendo rentable.
El público en Madrid nunca falla
Empecemos por lo bueno. Lo mejor sin duda de la Maratón de Madrid sigue siendo su público, algo que no pone la organización. Presente en cada tramo de sus más de 42 kilómetros de recorrido, nunca deja de animar. Un público muy respetuoso que valora el esfuerzo de cada uno de los participantes que desafían, ganan o pierden ante esta distancia. Tanto que en los últimos kilómetros el público lleva al corredor en volandas. Este año, el día acompañó, se superaron los 20 grados, y propició quizá una mayor afluencia de espectadores respecto a otras ediciones.
El otro punto fuerte de esta prueba es su recorrido, seña de esta maratón, que no renuncia a sus cuestas a pesar del cambio en su trazado. Para ser una maratón en asfalto es dura, sí, pero llanearla sería quitarle su identidad. Para eso ya hay otras maratones en España. Cualquier resalto a partir del kilómetro 30 se convierte en un muro en una maratón. En la presente edición, suprimida la llegada en el Parque de El Retiro, se metieron más kilómetros por la Casa de Campo -paraíso de los recortadores como informaba @Vdot_Spain-. El resultado final es que se suavizó bastante el final del Maratón de Madrid, pero esos kilómetros de subida no se eliminaron. Lo refleja su desnivel acumulado, que fue similar al de anteriores ediciones. Su parte final sigue picando hacia arriba y la interminable recta de la meta situada en el Paseo del Prado parece que nunca llega.
Más participantes en la media que en el maratón
Otra de las ventajas es que el Maratón de Madrid ofrece tres distancias, lo cual permite que haya más corredores y mucho más público. Desde que se incorporó en 2013 la media maratón, esta prueba no ha dejado de crecer. El pasado año la participación de la media ya superó a la del maratón. Este año hubo 13.806 llegados a meta, frente a los 11.943 de 2017 y los 9.823 en 2016. También crece ligeramente la participación en la prueba de 10K, con más de 5.700 finalista en esta edición, dominada por mujeres, que ya suponen el 51% de los corredores que cruzan su meta (el 31% en la media fueron mujeres, una cifra que sólo llega al 13% en la maratón). La cifras están bien, ayudan a lograr la viabilidad del evento, pero quizá le restan protagonismo a la prueba reina.
La animación, a cargo de los diferentes grupos musicales, sigue siendo otro de sus principales reclamos, aunque su incidencia real para el corredor es escasa. No deja de ser una actividad dirigida a un público muy puntual, pues si los corredores pasan por delante de cada escenario sólo unos segundos, sus acompañantes quizá sólo estén un par de minutos. El corredor seguramente agradeció más los ánimos, aplausos y gritos de gente como los Drinking Runners, el Tío del Megáfono, el equipo de A Tú Ritmo con Luis Blanco en plena Casa de Campo o miles de espectadores anónimos. A todos estos sí que habría que montarles también un escenario.
Los voluntarios y patinadores, de 10
Y las luces y sombras de este evento empiezan con la organización. En cuanto a la dirección técnica de la prueba, nada que objetar. Es indiscutible su mérito al llevar a cabo un evento con cerca de 30.000 corredores repartidos en casi tres recorridos diferentes. La señalización y los avituallamientos intermedios estuvieron bien en general aunque algunos corredores reclaman que se avise de los avituallamientos con carteles antes de que éstos lleguen, como suceden en otras pruebas (como por ejemplo en la Media Maratón de Guadalajara) y que sean cada 2,5 Km a partir del 30 ó 35.
Y como suele ser habitual en Madrid, los voluntarios, los patinadores -cargaditos de vaselina y reflex y que salvaron la prueba a más de un corredor-, así como protección civil y la policía local no bajaron del sobresaliente.
Las sombras comienzan quizá cuando el corredor se detiene, ya sea antes o después del evento. La bolsa del corredor sigue siendo algo discreta para una maratón y la camiseta quizá exija darle una vuelta. Sólo la medalla, de esas que pesan una tonelada y dejan de hacerlo cuando uno se la lleva al cuello, sirve quizá para compensar la escasez de obsequios que el corredor recibe. La feria del corredor en su línea, pues no deja de ser un bazar con algunas ponencias, pero con escaso interés para el corredor que en su mayoría sólo quiere recoger rápido su dorsal, hacerse unas fotos y llevarse algo de merchandising gratuito, que suele brillar por su ausencia. El muro con el nombre de los participantes y la escondida exposición de viñetas de la maratón, obra de @Santacenero, fueron de las pocas cosas que dejan huella.
La maratón se olvida de los niños
La feria, la organización, se olvida también de los numerosos niños, los corredores del futuro, que acuden esos días a la feria y sobre todo a la carrera. Los niños se conforman con poco y suelen ser bastante agradecidos. Un aplaudidor, un globo u otro material económico bastaría, repartido incluso antes de comenzar la prueba. Haría algo más amena su larga espera. Para ellos la maratón no deja de ser como el paso de una Cabalgata de Reyes, pero sin caramelos y sin regalos. El único atractivo es ver pasar a sus padres, amigos o familiares y chocar la mano a unos sudorosos desconocidos. La organización o alguno de los múltiples patrocinadores que sacan pecho de este evento debería acordarse de ellos y lo barato que puede resultar que luzcan su marca durante varias horas.
Lo de las fotos, pues otra muesca más. No somos partidarios de tener que pagar un dineral por fotos que casi todas están hechas en meta, cuando sitios como Palabra de Runner ofrecen más de 1.600 imágenes por diferentes puntos de la prueba. También hay una amplia galería en Forofos del Running. Al menos una o dos fotos deberían estar incluidas en los gastos de la inscripción.
Maratón elitista vs maratón popular
Hay otras cosas de este Maratón de Madrid que tampoco se entienden. En 2016 la organización tuvo la idea de poner en marcha una maratón y una media maratón élite. El recorrido es el mismo. La única diferencia es que ambas salidas se producen antes que la maratón y la media popular, las de todos. No es mala idea si se espera un nutrida representación de atletas profesionales o semiprofesionales. Pero no es el caso, y más teniendo en cuenta que los maratonianos huyen de Madrid porque sus marcas se resienten en su exigente trazado.
En 2016 participaron 20 corredores en la maratón élite. En 2017 fueron 16 y sólo la mitad hicieron mejor tiempo que el ganador popular (2:30:43). Este año fueron 19 atletas, mientras que la media maratón élite sumó otros ocho participantes, entre ellos figuras nacionales como Carles Castillejo y Javi Guerra.
La ganadora popular se enteró horas después de que había ganado
¿Realmente es necesario hacer tres salidas distintas para una veintena de corredores, cuando se resolvería con un simple cajón? La sensación es que con esta medida la palabra élite adopta su connotación más negativa y lo único que consigue es distanciar al corredor profesional del popular cuando habría que hacer todo lo contrario. Los casos de dopaje lamentablemente salpican el atletismo español y sólo consiguen que se dude del resto de corredores limpios, que son una mayoría. Pequeños detalles como éste contribuyen a ese distanciamiento.
La guinda, y otra de las grandes incongruencias de esta Maratón de Madrid, es que sólo la élite sube al podio ese día. Los populares reciben sus premios semanas después, en el mes de mayo. La ganadora de la maratón popular, Leticia García, no se enteró hasta por la tarde que había sido la primera mujer en cruzar la meta. Dantesco. Recomendamos la entrevista que le hacen en Runners, porque en los medios oficiales, tampoco en la crónica oficial, hay rastro de ella ni de ningún campeón popular. Ningún homenaje tampoco a todos aquellos corredores populares que llevan corriendo durante tres o cuatro décadas esta prueba, como sí hacen otras pruebas llamadas menores.
Ejercicio terapeútico en vez de masajes en meta
En meta también sorprendió quizá la ausencia de fisioterapeutas en meta dando los tradicionales masajes. No fue así, pues más de 1.200 participantes fueron atendidos por alumnos del Grado en Fisioterapia de la Universidad CEU San Pablo, coordinado por fisioterapeutas del Colegio Profesional de Madrid. La confusión vino quizá porque emplearon un novedoso protocolo de ejercicio terapéutico denominado ‘PRActiva-t’, que propugna un modo de trabajo activo del corredor para lograr su recuperación post ejercicio, de forma activa, mediante una secuencia de ejercicios terapéuticos y una postura de relajación. Muchos corredores pensamos que eran simples estiramientos.
La tristeza en meta se vio acompañada por la total ausencia de stands de patrocinadores que en la mayoría de maratones y carreras de otras distancias suelen premiar el esfuerzo de los corredores. Que si un zumito, un batido, una cerveza para rehidratarse… Asfalto y más asfalto fueron lo único que encontraron los corredores. La Maratón de Madrid en este aspecto está a la cola de España y de Europa.
La organización sin duda tiene mucha tarea por hacer si no quiere que la Maratón de Madrid se siga diluyendo, engullida por su media maratón y aumentando su distancia respecto a las otras tres majors españolas. Lo primero que tiene que hacer es recuperar al corredor popular, cuidando detalles antes, durante y sobre todo después de la carrera, pues es en ese momento cuando el corredor empieza a disfrutar de lo conseguido y graba, recuerda y comenta cada detalle.
La Maratón de Madrid debe encontrar el respaldo de instituciones y de patrocinadores y fijarse un poco más en lo que hace su competencia. Muy pocos corredores se permiten el enorme esfuerzo de correr más de una maratón al año, de ahí la necesidad de captar a un cliente selectivo y minoritario. Más de 8.000 extranjeros cruzaron alguna de las tres distancias de la maratón de este año. Normalmente vienen acompañados por sus familias, por lo que como mínimo hablamos de más de 16.000 visitantes que suelen pasar de media entre 2 y 3 noches en la capital, con el beneficio para la ciudad que ello supone. El Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid no deberían obviarlo.
Juan José Crespo y Leticia García, los mejores
Por último, mención especial a los triunfadores deportivos de esta prueba. El triunfo en la Maratón Popular de Madrid fue para Juan José Crespo Rincón (Madrid, 1973), de la Unión Atlética Coslada, con un tiempo de 2:32:20, por delante del portugués Marco Ferreira (2:33:49) y Jorge Belinchón (2:35:25).
Por su parte, Leticia García Silva (Madrid, 1992), con un tiempo de 3:01:07 se impuso en el maratón femenino, por delante de Laura Serres (3:01:42) y Federica Poeseni (3:06:55).
En la media maratón el vencedor fue Trevor Power (1:11:59) y Patricia Cabedo Serrano (1:18:47) en categoría femenina. En los 10K los más rápidos fueron Sergio Salinero Miguel (30:52) y Ana Lozano del Campo (35:33). Luis Miguel García-Maquina Cascallana se impuso en la categoría handbikes y sillas de atletismo del maratón, mientras que la primera de las dos féminas en este apartado fue Ione Basterra Olangenaga.