El distrito madrileño de Vicálvaro celebró el 10 de marzo de 2018 la segunda edición de sus Cross de la Mujer, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. El mal tiempo y la incesante lluvia marcó una intensa mañana en la que cerca de 150 mujeres volvieron a demostrar que lo suyo es superar obstáculos.
En una semana como ésta, pemitidme que me salga del guión de lo que suelen ser estas crónicas. No soy mujer. Tampoco creo que sea machista. Ni feminista. Sí creo en la igualdad de oportunidades independientemente del sexo, la edad, la raza, la región o cualquiera de las millones de características que nos hacen a todos ser diferentes. Parecemos empeñados siempre en remarcar lo que nos separa y prescindir de los que nos une.
Pero sí vivo en un país y en una sociedad que es machista. Aunque lo neguemos. Y donde todos y todas, en mayor o menor medida, seguimos contribuyendo a que así sea. Desde que se pregunta a una futura madre o padre ¿qué prefieres niña o niño? Desde que a uno le asignan un color en función de sus genitales: azul niño, rosa niña. Escuchando cuentos desde pequeños sobre que las princesas necesitan ser rescatadas. Regalando coches o muñecas. Manteniendo y asociando roles, profesiones y estereotipos en los medios de comunicación, la publicidad, el cine o en el deporte…
Y así hasta completar y regresar de nuevo al punto de partida del círculo vicioso de la vida. Donde el permiso de maternidad lo asume (que no sólo “disfruta”) casi en su totalidad la madre. Cuando debería, en la mayoría de casos, ser un permiso equitativo (mismo tiempo) y de forma alternativa (nunca simultánea) para que padres e hijos entiendan que la responsabilidad de criar, de educar a un hijo, debe ser cosa de dos. Si un padre es incapaz de entenderlo, quizá debería plantearse en qué punto de sus prioridades se encuentra el tener descendencia. Porque la educación empieza en la familia, desde que uno nace o llega a ella.
Las familias tenemos nuestra gran parte de culpa y por, supuesto, también los políticos. No se trata de salir o no en la foto, de apoyar o de dejar de apoyar paros o huelgas. Sería un error perder demasiado tiempo en ese debate porque en unos días ya no será noticia.
Parece claro que la mayoría de la sociedad apuesta por la igualdad de oportunidades. Los políticos, como representantes de los ciudadanos, son los que deben encontrar la manera de implementarla, que no imponerla. Pensando en el futuro de todos, no en su futuro que se reinicia cada cuatro años. Si no pueden, que se echen a un lado.
Se trata de trabajar día a día en busca de la igualdad y acabar con los obstáculos que impiden a muchos colectivos, no sólo a las mujeres, tener, de partida, las mismas oportunidades. Que el machismo, la desigualdad, la pobreza, la falta de educación y de formación, la violencia… no sea un círculo vicioso que se herede de padres a hijos. Si se cree, se puede, como diría aquel, pero primero también hay que querer.
Lluvia, barro y charcos
Y todos esos obstáculos que han tenido que superar muchas mujeres aparecieron en el II Cross de la Mujer de Vicálvaro, celebrado el sábado 10 de marzo de 2018. Pero ni la lluvia, ni el abundante barro, ni tampoco los charcos fueron suficientes para frenar a las cerca de 150 mujeres -y algún que otro hombre- que completaron esta carrera de cinco kilómetros.
Con salida y llegada en la azulada pista del polideportivo de Vicálvaro, inaugurada el pasado año, y demasiado encharcada en la recta de meta (algo que habría que revisar). Porque éste fue el tramo más sencillo de la carrera, el resto fue toda una sucesión de obstáculos por el contiguo Parque Forestal de Vicálvaro.
Y es que antes de completar una vuelta a la pista de atletismo, la carrera abandona el polideportivo y se mete en faena, mejor dicho en el barro. En un día seco no sería una carrera dura. Tiene unos cinco o seis repechos cortos, de entre 50 y 200 metros, no muy complicados. Casi todo el recorrido discurre por tierra compacta y con gravilla, sobre todo en la parte arbolada del parque, pero luego transita por alguna senda más estrecha a campo abierto.
En la parte de parque, al ser camino de tierra más compacto, el único problema fue esquivar los charcos, que los había de todos los tamaños. No obstante, la mayor dificultad se encontraba en los tramos alejados del parque, donde el camino se encharcó, se llenó de barro, y la única solución fue buscar el césped de sus orillas evitando además algún que otro resbalón.
Gratuita, pero generosa
Una carrera, en definitiva, muy bien organizada, con todo su recorrido perfectamente delimitado y señalizado. El tiempo restó público, aunque un@s cuantos valientes que se acercaron a animar a las corredoras a pesar del día complicado.
La carrera, organizada por el Distrito de Vicálvaro, con la colaboración del Club de Atletismo Suanzes de San Blas y SportMadness, era además gratuita. Sin embargo no fue excusa para que todas las participantes recibieran una elegante camiseta técnica, un buff blanco, dorsal con chip incorporado, además de una botella de agua en meta y el clásico caldo Aneto, una marca comprometida con el atletismo popular. Quizá le faltó a esta prueba algo más de publicidad, pues es una causa que lo merece y por la que hay que luchar todos los días. Todos, no sólo ellas.
Aunque había más de 300 corredoras apuntadas, finalmente el mal tiempo y sobre todo el estado recorrido redujeron la participación final a menos de la mitad. Ana Olivera Mendoza fue la primera en cruzar la meta (23:08), junto a Davinia Corrales García (23:09). Inmaculada Rodríguez Díaz-Regañón (23:34) completó el podio de esta segunda edición del Cross de la Mujer Vicálvaro 2018. Las clasificaciones completas están disponibles en Evedeport.
El recorrido estuvo fenomenal, bien señalizado. La organización estupenda. Lo peor, el tiempo, pero aún así disfruté y lo pasé genial. Gracias
Mi primer Cross… encima de la mujer!!! Todo muy bien organizado!!
Para mi el día fue un regalazo!!
Volveremos
Gracias por todo!!!