Cualquiera que haya corrido alguna vez sobre un banco de arena sabe lo difícil que ésto resulta. Tus zapatillas se hunden, notas que los gemelos se sobrecargan y avanzar resulta cada vez más complicado. No obstante, correr en la playa tiene sus ventajas, aunque debes tener cuidado con sus inconvenientes.
En la playa hay dos tipos de superficie, la arena húmeda que encontramos en la orilla, compacta, uniforme y que apenas se hunde al pisarla, y la arena seca, densa y desértica más alejada del mar. Obviamente es más conveniente correr por la primera, pues se trata de una superficie más o menos uniforme en la que nuestros tobillos no bailaran al ritmo de cada pisada y evitaremos así cualquier riesgo de lesión. Eso sí, deberemos esquivar las posibles olas, o de lo contrario nuestros pies se hundirán.
Si corremos por la orilla tenemos dos opciones: podemos hacerlo con nuestras zapatillas habituales de entrenamiento o podemos hacerlo descalzos. La primera opción es más segura porque nuestros pies van protegidos. La segunda fortalecerá más nuestros tobillos y nuestra musculatura inferior, nuestra pisada será más natural, pero deberemos tener cuidado sobre dónde ponemos el pie. El sentido común deberá indicarnos que opción elegiremos en función del terreno. Tampoco conviene correr descalzo frecuentemente pues si somos corredores habituales, nuestros pies estarán acostumbrados a un determinado calzado y hacerlo sin él podría alterar nuestra pisada.
Correr por la orilla del mar fortalecerá nuestros tobillos y musculatura, pero de la misma forma cargará nuestros músculos inferiores antes, ya que en el fondo se trata de una superficie inestable en la que necesitaríamos un impulso mayor al habitual para avanzar y, como señalan en Ergodinámica, hay notables diferencias entre correr en una superficie dura o blanda. Por este motivo, no es aconsejable correr largas distancias y sería conveniente hacerlo a un ritmo inferior al nuestros entrenamientos habituales.
Antes de empezar a correr deberemos calentar rodillas y tobillos, pues ambas articulaciones son las que más sufren al correr en este tipo de superficie. Los expertos también recomiendan que cuando corramos evitemos pisar sobre la arena con toda la planta del pie y que nos apoyemos en la media suela y la puntera para que correr resulte menos pesado. Tampoco se lo recomiendan a personas que acaben de salir recientemente de una lesión por el esfuerzo adicional que supone correr por este tipo de superficie.
Por último, no hay que olvidar seguir algunas indicaciones de sentido común. Si corremos en verano, es conveniente hacerlo a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, cuando el calor aprieta menos, y usar crema solar, ya que si el sol ha salido este puede empezar a pegar con fuerza. Aunque tengas que madrugar, la sensación de ver salir el sol por el horizonte o ver cómo se desvanece mientras corres es espectacular. Y si además llevas música y en ese momento suena Chariots of Fire (Carros de fuego) de Vangelis no te digo más.
Igualmente, no olvides llevar agua para hidratarte y una gorra o un pañuelo. Una vez terminado el entrenamiento puedes darte un chapuzón, tienes el mar al lado, ya que el agua salada tonificará y relajará tus músculos. Si lo haces, te aconsejamos que lo hagas vestido, dejando solo en la orilla tus calcetines y zapatillas, no vaya a ser que cuando regreses del chapuzón te hayan visitado los amigos de lo ajeno y tengas que regresar a tu casa o alojamiento como tu madre te trajo al mundo. En definitiva, correr en la orilla de la playa es una buena opción para salir de la rutina habitual.